viernes, 30 de marzo de 2012

Una para todas, siempre

Me he levantado esta mañana y me ha venido a la cabeza todo: como era, como éramos y la de vueltas que hemos dado.
Cuando salía del colegio y llegaba a casa, iba rápidamente a cambiarme: me ponía un chándal y le pedía a mi madre que me recogiera el pelo haciéndome una coleta. Una vez lista, le decía que se diera prisa para no llegar tarde.
Eran las cinco, el entreno acababa de empezar. Corríamos, estirábamos, entrenábamos y sonreíamos, pero todo lo hacíamos juntas. Nos lo pasábamos bien. Llegaban los sábados y deseaba ir a competir. Sabía que detrás de las pruebas, estaban mis compañeras apoyándome; porque las derrotas de una eran las derrotas de todas, los premios de una, eran las celebraciones de todas. Si algo salía mal todas te animaban diciendo que no pasaría nada, que la próxima sería mejor. Es lo que se suele decir, pero entonces realmente lo pensabas, por mucha rabia que te diera haber perdido. Fuera la prueba que fuese que hacías estaban todas al lado, animándote. Porque antes competíamos todas juntas, en todo. No acabábamos una que ya estábamos en otra. Éramos un equipo. Nadie ni nada podía con nosotras. Íbamos en piña a las competiciones, sabíamos que nuestro equipo era fuerte y que podíamos ganar. De hecho lo conseguimos, estuvimos en podium tantas veces…
Poco a poco ese equipo se ha ido perdiendo: primero se fue una, después otra y ahora tan solo quedo yo. Muchas veces me he preguntado el porqué de todo esto. ¿Pero ahora de que sirve? Sé perfectamente que ese equipo no volverá, que esos años se quedaron atrás junto con todas las risas y abrazos, y que lo único que me queda son recuerdos. Puedo mirar las fotos y son millones los que me vienen a la cabeza, pero de todos ellos ni tan siquiera uno es malo.
Duele tanto pensar lo que éramos…creo que si duele tanto recordarlo, es porque en el fondo tuvimos el mejor pasado que un equipo puede tener. O al menos para mí, fue así. No olvidaré a mi equipo, pese a todo. No dejaré de querer a mi entrenador, jamás. No dejaré de pisar las pistas por muchas ganas que tenga de llorar, aunque sienta que la nostalgia puede conmigo, no lo haré.
Tenemos un pasado inmejorable que nos une y, pese a todo, siempre nos unirá.



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